2 de octubre de 2008

Durante todo el transcurso de mi vida he estado en un constante zigzagueo en lo que lleva relación a mis amistades. Siempre lo supe, siempre lo he sabido, pero nunca lo reconozco hasta el momento culmine de cada vuelta cuando ya estoy tirado en el suelo y pisoteado por el resto sin siquiera darme cuenta...

...Un viejo adicto al cigarrillo y el rockandroll.

CAP.1 (...)

A los veinte años vivía en un pequeño departamento ubicado en el centro de buenos aires. Tenía un pequeño pero acomodado espacio de diez metros por seis donde cabían perfectamente una cama, la televisión, la computadora, una pieza para la cocina y otra para el baño. Sí, lo sé, era bastante pequeña pero la cercanía ente un mueble y otro me hacía sentir mas seguro con respecto a mi soledad. Al tiempo después de llegar, como a los tres o cuatro meses de mudarme, conocí a unos vecinos muy particulares que con el tiempo se convirtieron en personas muy condicionales para mi vida: Al frente vivían las dos vírgenes maría con su respectivo Jesucristo en cada vientre. De estas cuidaba un robusto hombre alado de corpulencia similar a la de un ángel pero un poco mas ingenuo con respecto a lo que ocurría alrededor, un poco egocéntrico quizás. Siempre supo agitar sus alas y llegar muy lejos para que todos lo viéramos en lo alto, pero con el tiempo lo despidieron por motivos que nunca nadie supo pero el rumor de las vírgenes decía que fue porque era una persona grande y los techos del departamento nunca estuvieron a su altura. Todo fue muy triste cuando partió porque ni siquiera alcanzó a despedirse de ninguno de nosotros ni menos de las vírgenes que hasta el día de hoy sollozan por su regreso, pero el ultimo tiempo con menos preocupación, parecen maduras. Hacia el noroeste de mi puerta habitaba un viejo sabio que todos adorábamos por ser simplemente la persona mas mayor del departamento y era la única capaz de dar un argumento con peso y fundamento, nos encantaba oírlo en las noches recitar su poesía frente a las estrellas, se volvía tan sublime aquellas reuniones. Nunca supimos que fue de su padre, creo que un día fue a hacer negocios de grandes y que el cuerpo no aguantó, pero si supimos que era esforzado por donde lo miráramos, se veía el sudor en sus ojos. Esto hizo que el viejo se volviera mas sabio de lo que era, como ahora lo conocemos. En puerta del lado, vivían un par de cachorros que ladraban a cuanto bicho pasara por en frente. El mayor de estos era el mas odioso, la verdad es que nunca tuve la oportunidad para conocerlo de cerca pero simplemente su presencia ya me molestaba, nunca entablamos una conversación de mas de dos palabras. El otro cachorro era algo mas lúdico, compartía mas conmigo. Recuerdo que un tiempo quise adoptarlo para tenerlo siempre a mi lado pero algo en mi interior me hizo cambiar de parecer y lo dejé tal como estaba y es donde ha estado el resto de sus días. Reconozco que muero por volver a sonreírle pero ya ni la prensa ni los periódicos saben que fue de el.

CAP.2

Cuando me cambié de barrio, me instalé un una casa de suelo como toda la gente normal lo hacía. Era mucho mas cómoda que una pieza de diez por seis y tenia el tiempo y espacio suficiente para escribir hasta que la inspiración se la llevara la brisa de la mañana. No era un tipo lo bastante serio, aun tenía 25 años, no trabajaba y comía a deshoras. Mi madre no se preocupaba mucho sobre el tema pero mantenía una posición neutral con lo que respectaba a mi salud. Comía tres veces al día donde me entraba el reloj y las ganas. Podía mirar hasta que se me hincharan los ojos los gorriones salpicar en la pileta del patio y escuchar las reinas rechinando en su trono, me encantaba. En aquel tiempo pude ver bastante gente pasar por las casas aledañas, en especial a un grupo grande que aun suelo ver cuando voy de compras al supermercado. Habían unos que estaban bastante escondidos en sus casas fingiendo no existir para el resto pero interesados conocerse entre sí. Otros se acercaban a mi puerta para pedir limosna pero nunca lograron encontrarme despierto. Habían unos un poco mas graciosos que los veía actuar en la esquina y me llamaron la atención mucho tiempo, los observé con detalle hasta que me decidí por integrarme y hacer show con ellos, fue muy gracioso. Fue aquí donde conocí una pequeña semidiosa que supo encantarme lentamente hasta quemar mis ojos.

CAP.3

Mi nuevo hogar es un tanto mas pequeño al que tenía antes, ahora tengo 35 años y puedo ver próxima la madurez y la vida inerte. No vivo solo, me acompaña la semidiosa. Tengo un trabajo estable pero me gusta pasármela la mayor parte del tiempo holgazaneando con mi libreta y mi flauta de pan, ambas saben perfectamente acariciar mis mayores anhelos con los que pienso morir. Obviamente el cambio de hogar trajo consigo un nuevo y gran grupo de vecinos que me dediqué fuertemente en un principio a conocerlos pero no muy bien del todo: El chico de la esquina era un tanto misterioso, apenas pude ver sus ojos porque pocas veces levanta la mirada para saludarme, pero cuando lo hace es agradable y lúdico. La otra chica de la otra esquina es una ex vecina que conocía de mi barrio antiguo de la casa de suelo, apenas nos saludábamos solo para comprar el pan pero ahora son más seguidos nuestros encuentros y ya le tomé cariño, sabe saludar. Hay una chica que vive al lado de mi ex vecina que me tiene preocupado, porque la conocí fuertemente y con gran interés desde un principio. Incluso llegamos a jugar a escondidas en su patio pero últimamente me he dado cuenta que mientras mas conoces una persona mas te comienza a apestar. Es raro, me apesto. Y existen muchos otros mas que están ahí, en sus casas viendo la televisión sin siquiera asomarse a la ventana para saludarme al pasar. Me siento solo dentro de mi propio hogar y he pensado bastante en la idea de mudarme de nuevo a mi antigua casa de suelo, pero me da miedo porque no sé donde llevar a la semidiosa a vivir (?). Me dí cuenta que ya no soy el mismo ingenuo de antes, me di cuenta de lo viejo que me he vuelto sin hacer amigos estables. Me dí cuenta que tarde o temprano quedaré solo pensando en cuantas veces pude haberme preocupado por hacer un amigo estable en vez de cien por millón. El mundo ya no me fascina como antes.