25 de marzo de 2008

la primera vagoneta.

Desde las ocho y treinta comenzaba su recorrido. Llegaba a la tarminal a las ocho, se colocaba su uniforme, bebía un café, se fumaba un cigarro y partía a tomar su lugar, en el mismo vagón de hace diesciseis años. Llevaba una vieja y gastada gorra azul con flecos en tonos pálidos y vestía una jardinera gris que lo hacía ver como un gladiador entre sus pares, estaba canoso y cansado por los años pero muy en sí se armaba de valentía para soportar la repetida orquesta de engranajes y vapor. Lo mas relajante era la partida, se afirmaba firmemente del viejo cordel para tirar con fuerza y escuchar el solemne chuchú de los vapores que con los años ya se había convertido en un ritual sagrado en donde algunos levantaban la mirada para despedir aquel sublime ser, lleno de metal y fuego. Como olvidaría aquellas mañanas de otoño, en frente del riel y respirando el aire fresco de la mañana. Ver pasar los nostalgicos castaños deshojados mientras jugaba con los zorros a la orilla de su vagoneta, la primera, la dueña. Siempre fué así, siempre mantuvo aquella intimidad y pocas veces se le veía triste, ¿Cómo no homenagearla cada tarde, cada noche y cada madrugada?. Llegaba el momento donde su dulzura tocaba las estrellas y de ellas, saltaba a la eternidad. Suspiraba. chchuchú, chuchú, chuchú.

2 comentarios:

RIPNE dijo...

El maquinista? Que no es igual al Alquimista dicen, jaja, aunque con los sueldos andan por ahi

Andrea Alejandra Cisterna Concha dijo...

buchaaaaaaaluchoooooo!!
kuidate pequeño saltamontessssss
maajajajaj